Por: jchdp
Estrés: causas, tipos y control
El estrés es la forma en la que un cuerpo reacciona ante una situación determinada que, de no ser controlada, producirá efectos devastadores sobre nuestra salud.
Como
tal no es una enfermedad, pero sí es capaz de enfermar nuestro organismo de
manera severa cuando no podemos controlarlo.
Sus causas son multifactoriales, y
una de sus características es hacernos perder el control ante algunos
escenarios, y por esta razón, controlarlo a veces no es tarea fácil.
Sus consecuencias pueden ir desde su
forma más leve, como por ejemplo la aparición de acné, diarrea o dermatitis,
hasta formas graves como diabetes, tumores e incluso la muerte.
Por eso, el abordaje a tiempo
del estrés, de una manera efectiva, es muy importante para
evitar consecuencias que puedan ser de extrema gravedad.
¿Cuál es la causa del estrés?
Todos de una u otra forma estamos
expuestos a él; el simple hecho de recibir una mala noticia puede
generar en cualquiera un estrés. La diferencia está en la
forma como actúa en nuestro cuerpo.
Si es controlado adecuadamente, puede
aportar beneficios; de lo contrario, puede ser muy dañino. De esta manera,
según el control que se tenga de este, podemos hablar de dos tipos: el estrés
controlado (o bueno) y el estrés no controlado (o
malo).
Al estrés se le ha
relacionado directamente con la vida moderna, pero esto no es del todo cierto,
ya que el estrés siempre ha existido.
Tanto los animales como los hombres
siempre lo han padecido; la vida moderna ha incrementado el número de
situaciones que lo desencadenan: La competencia laboral, el tráfico vehicular,
la forma de vida agitada en las grandes ciudades, las relaciones personales,
los problemas económicos, etc.
La Asociación Americana de Psicología afirma
que en los Estados Unidos el 48% de la población ha aumentado su nivel de estrés en
los últimos 5 años.
Así mismo, el VII Estudio CinfaSalud afirma: "Nueve
de cada diez españoles (96,0%) han sentido estrés en el último
año y cuatro de cada diez (42,1%), lo han hecho de manera frecuente o
continuada, porcentaje que equivale a casi 12 millones y medio de españoles”,
siendo la mujer quien presenta mayores niveles.
Indudablemente, existe una
predisposición determinante en las personas, que establece la influencia
del estrés sobre estas.
En idénticas situaciones, dos
personas diferentes pueden ser afectadas de manera distinta.
Algunas personas quizás puedan
manejarlo de una manera controlada, y por lo tanto adecuada, en tanto que
otras, con un manejo inadecuado, no tengan control sobre este, y así caer en la
desesperación.
Se supone que las personas que viven
en el campo tienen un grado del mismo menor que aquellas personas que viven en
las grandes ciudades, y de hecho, esto es así.
Los factores que lo provocan en las
personas del campo son menores, pero esto no quiere decir que un agricultor,
por ejemplo, con mala predisposición al estrés, no sea
afectado de manera violenta ante eventos irrelevantes para otros.
¿Cuántos tipos de estrés existen?
De manera general, podemos hablar de
tres tipos:
Estrés agudo: es de corta duración, y el de más fácil control,
al que todos de una u otra forma estamos expuestos a lo largo de nuestras
vidas. La actividad laboral que produce el llamado estrés
laboral, la situación económica, entre otros, generalmente determinan
su presencia.
Estrés agudo episódico: es aquel que afecta de manera recurrente, y por
lo general, es propio de personas con muchas responsabilidades. En este tipo,
son frecuentes las migrañas o el dolor de cabeza y la hipertensión
arterial. Su tratamiento suele ser de larga duración e incluye, en la mayoría
de los casos, asistencia psicológica.
Estrés crónico: es un tipo de vinculado directamente al deterioro
físico y emocional, y responsable de gran parte de los suicidios y actitudes
violentas, así como también, causante de enfermedades, entre las que se
incluyen el cáncer y las afecciones cardíacas.
¿Es el estrés tan nocivo como parece?
Al contrario de lo que muchos
piensan, este no es tan malo como lo han hecho ver; una dosis de estrés es
necesaria para nuestra sobrevivencia y para resolver determinados eventos de la
vida cotidiana, y de aquí que una dosis moderada del mismo sea considerada por
los especialistas como normal.
Está demostrado que los animales
tienen un control sobre su estrés casi perfecto. En ellos,
cuando el escenario que lo produce desaparece, la reacción ante este se
interrumpe.
En los seres humanos no parece
ocurrir así, y es precisamente por esto, lo que convierte al estrés en un
factor tan peligroso, que algunos lo han calificado como “el asesino de la
vida moderna”.
¿Cuál fue la primera enfermedad que se vinculó al estrés?
No siendo el estrés siempre tan malo
como parece, y sabiendo que el objetivo es tratar de regularlo en lo posible,
veremos qué tanto daño nos puede causar si no logramos su control.
La primera enfermedad que se vinculó
con él fue la úlcera gástrica, hasta que se descubrió que la causa de estas
úlceras era una bacteria llamada Helicobacter
pylori, y esto condujo en principio a desvincular el estrés de las
úlceras.
¡Casi el 70% de la población mundial tiene Helicobacter pylori!
Posteriormente, las
investigaciones revelaron que casi el 70% de la población del mundo tenía esta
bacteria. Luego, la pregunta era evidente: ¿Por qué solo algunas personas
desarrollaban úlceras y otras no?
Las investigaciones
entonces continuaron, y hallaron que, en presencia de un estrés
descontrolado, el sistema inmunitario deja de funcionar, y así nuestro
cuerpo queda en un estado de indefensión.
Este estado, entre
otros, permite que las bacterias causantes de las úlceras se reproduzcan y
actúen de manera desequilibrada, destruyendo la mucosa gástrica del estómago,
sin que el sistema inmunitario pueda evitarlo.
En otras palabras,
un estrés fuera de control puede neutralizar la defensa
natural del organismo: el sistema inmunitario, y así permitir la aparición de
una gran cantidad de enfermedades.
Sabiendo ahora lo
que el estrés es capaz de hacer a nuestro sistema inmunitario, más que detallar
la cantidad de enfermedades que puede producir, nos interesa involucrarnos en
la manera de vigilar este estado de reacción, llamado estrés.
Al saber que el estrés ataca a nuestro sistema inmunitario, entendemos
perfectamente que es realmente un enemigo que puede acabar con nuestra vida, si
no lo combatimos efectivamente.
Pero, ¿podemos controlar el estrés?
Definitivamente, sí. Cuando hablamos
del controlarlo, nos referimos a la observación que debemos tener sobre este,
de manera que no afecte nuestro estado de salud, y en tal sentido,
afortunadamente tenemos muchas herramientas para ello:
Lo primero que tenemos que evitar, es que se convierta en parte de nuestro entorno
cotidiano, para ello debemos tener una actitud positiva ante la vida
Tener una buena e intensa vida
espiritual, es de gran ayuda; el amor a Dios y
la fe, son fundamentales en este aspecto.
Llevar una vida sana, una vida sin excesos es clave para estar
saludables, aquí debemos enfocarnos en una alimentación balanceada y de
calidad.
Dormir bien es primordial, para el manejo eficiente de los niveles de
estrés, y en esto, no solo importa la cantidad de horas de sueño, sino también
la calidad del mismo.
Meditar, es una de las herramientas más utilizadas
para producir bienestar, ya que promueve un sueño de calidad, y ofrece una
mayor estabilidad emocional.
La vida no puede ser solo trabajo. Los espacios para la recreación y los
periodos de vacaciones, tienen que ser sagrados si queremos tener una vida
sana.
Debemos evitar a como dé lugar el sedentarismo. El ejercicio físico regular, debe ser
incluido dentro de nuestros principales hábitos.
Practicar
cualquier actividad que nos agrade, como algún deporte, la
lectura, la escritura, la pintura y juegos de mesa, son algunas de las
actividades que nos ayudarán.
Organizar
y delegar. Una de
las cosas que más causa estrés a muchos seres humanos, es la falta de
organización. Establecer un orden de prioridades para su ejecución, proporciona
un significativo alivio.
¿Cuándo pedir ayuda?
Para finalizar, tenemos que entender
que hay personas que, por una marcada predisposición negativa, manifiestan un
estado de estrés crónico, es decir, viven constantemente bajo un
fuerte estado del mismo, que no solo perturba a quien lo padece, sino a todo
aquel que convive con él.
En estos casos, si luego de intentar las acciones antes señaladas no se logra el control, se deberá tomar la firme decisión, y sin complejos, de buscar ayuda profesional.
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